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16- LA CASA ES CHICA PERO EL CORAZÓN ES GRANDE

Era hora de seguir camino. Habíamos pasado una semana lindísima compartida con otros viajeros en una playa de Baja California, y todavía nos quedaban un par de lugares más que visitar antes de cruzar a México Continente.



Ian y Dylan, los chicos de la ambulancia, iban a cruzar al continente ese mismo día, Ashley, la chica de Florida planeaba quedarse con su perro unas noches más allí y luego comenzar a subir nuevamente en dirección a estados unidos ya que se estaba quedando sin dinero y quería ver si podía conseguir algún trabajo temporal en algún bar o restaurante, y Charly y Jaz, los australianos, también querían recorrer un poco más antes de cruzar, asique decidimos unir fuerzas y viajar juntos por unos días más.


La verdad es que en esos días compartidos habíamos pegado muy buena onda, ellos eran de Manly que es el lugar donde con Marcos vivimos por casi un año cuando en el 2015 fuimos a Australia y teníamos muchísimas cosas en común.


Nos despedimos de los chicos de la ambulancia solo por unos días, ya que íbamos a hablar para encontrarnos del otro lado de México una vez que crucemos, y de Ashley sin saber si algún día volveríamos a verla y arrancamos hacia el siguiente destino.


Íbamos en caravana, delante nuestro la van blanca de los australianos (que ahora tenía el techo del mismo color que el bus ya que en esos días en la playa les habíamos prestado pintura para que lo pinten). Unas horas de manejo más tarde, vemos una van blanca con el techo azul a un costado del camino. Eran los chicos. Con ellos estaban dos mexicanos que habían frenado apenas los vieron a un costado, tratando de comunicarse por señas, ya que ni Charly ni Jaz, aunque lo intentan, hablan una sola palabra de español.


Cuando bajamos del bus, los mexicanos que no eran mecánicos pero que algo del tema entendían, nos explicaron que se les había salido “La flecha”, el diferencial, que es el que permite que giren las ruedas. Ellos los habían acarreado hasta el costado de la ruta, ya que al no girar las ruedas no lo podían empujar. Cerramos la van de los chicos, ellos se subieron al bus con nosotros, y los Mexicanos muy amables nos llevaron a lo de un mecánico en el pueblo más cercano.


El mecanico escuchó nuestra explicación de lo ocurrido (Marcos oficiaba de traductor) y nos pidió que lo llevemos a ver la van. Después de una breve revisión nos dijo que el podria arreglarlo. Lo llevamos de vuelta a su taller y nosotros nos fuimos a la playa que quedaba ahi a 5 minutos, mientras esperábamos que la grúa busque la van de los chicos.


Para cuando la grúa llegó, ya era tarde y el mecanico no iba a poder arreglar la van hasta el dia siguiente, asique con Marcos les ofrecimos a los chicos dormir en el bus con nosotros asi no tendrian que gastar plata en algun hostel (si es que en ese pueblo había uno, que no lo creo). Aceptaron agradecidos y nos dirigimos nuevamente a la playa donde nos estacionamos sobre la arena a escasos metros del mar. Esa noche cocinamos unos fideos y nos quedamos charlando bajo las estrellas hasta tarde. A la hora de dormir, pusimos un colchón en el piso (tenemos dos colchoncitos plegables) y Charly se acomodó ahí, mientras Jaz se acostó en el silloncito de al lado.


Al dia siguiente esperamos hasta el mediodía, horario en el que el mecanico nos dijo que tendría lista la van, para ir al taller. Cuando llegamos, encontramos al mecanico sentado en una silla en la misma posición que lo habíamos dejado el dia anterior. Nos dijo que aun no habia podido arreglarlo y que volvieramos al dia siguiente, asi que volvimos a la playa y allí nos quedamos. Vale aclarar que en esa época del año en México hace un calor insoportable que no te deja ni pensar, y si bien estábamos en una playa paradisiaca, con arena blanca y mar turquesa, no había ni un centímetro de sombra, por lo cual durante el dia lo unico que podiamos hacer era estar en el agua. Por la noche afuera refrescaba un poco y teníamos un respiro, pero el bus había estado chupando sol y calor a lo largo de todo el dia, ya no éramos dos sino cuatro los que dormiamos adentro, y había que compartir el ventilador entre todos, con lo cual hacía MUCHO más calor del habitual. Aun asi, seguiamos contentos de poder ayudar a nuestros amigos.


Al tercer dia fuimos una vez más al taller, y el mecanico nos dijo que le faltaba una pieza y que en ese pueblo no la conseguiríamos. Asique nos subimos una vez mas al bus y nos fuimos los cuatro en busca de esa pieza a la ciudad más cercana, Cabo San José, a una hora de donde estábamos. Volvimos tres horas más tarde, dejamos la pieza en el taller y nos fuimos nuevamente a la playa.


Al día siguiente nos levantamos temprano decididos a hacer guardia en la puerta del taller y no irnos de ahi sin la van de los chicos. Por supuesto llegamos y el mecanico no estaba. Nos quedamos esperándolo. Hasta sacamos la mesa, sillas y la cocinita y nos pusimos a cocinar unas fajitas ahi mismo. Creo que fue el dia mas caluroso de todo el viaje. Estábamos al rayo del sol haciendo guardia y el mecanico no aparecia. Cuando finalmente lo hizo, el animo ya estaba bastante caldeado, y los chicos para apurar el tramite decidieron tirarse debajo del auto y trabajar a la par del señor. A eso de las 5 de la tarde finalmente hicieron girar las ruedas nuevamente. Para festejar nos fuimos al almacén de la esquina y compramos queso, pan, papas fritas, cervezas y algunas cosas mas para hacer una gran picada!!


Estuvimos unos dias mas en Baja California recorriendo un par de playitas y después junto con Jaz y Charly subimos el bus y la van a un Ferry para ir hasta Mexico continente.


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