
La historia de Jessy, nuestro Angel numero tres, es mas cortita y fugaz que las otras dos.
Seguíamos dando vueltas por estados unidos, eran las 6 de la tarde aproximadamente, estábamos en Carmel (un pequeño pueblito de la Costa Oeste) estacionados frente al mar viendo un increíble atardecer, de esos que me gustan a mí, en los que las nubes se tiñen de rosa y naranja. Cuando comenzó a oscurecer, decidimos irnos al lugar donde pasaríamos la noche (A un costado de la ruta, a unos 25 minutos de donde nos encontrábamos). Pusimos el bus en marcha y cuando lo hicimos se nos prendió una luz en el tablero. Aquella que indica que el auto no tiene aceite. (¡Otra vez sopa!). Todo el problema de la transmisión que tuvimos la primer semana de viaje, comenzó con el bendito aceite. El olor a quemado que habíamos sentido en esa ocasión, era producto de una perdida de aceite, que se quemaba al estar en contacto con el motor caliente. Lo raro es que lo medimos y sí teníamos aceite. Con el sentimiento de que algo no andaba bien, y con el miedo latente a que el bus nos vuelva a dejar en la mitad de la ruta (esta vez de noche y sin un Kevin a mano), encaramos hacia nuestro spot nocturno.
En todo momento íbamos atentos a cualquier sonido u olor que denotaran que algo no estaba bien, y haciendo fuerza para que no sea nada importante.
Por suerte llegamos a nuestro destino. Si al día siguiente el bus no prendía, no sería tan grave ya que con la luz del día todo se ve de otro color.
Nos despertamos temprano, Marcos chequeó de nuevo el aceite, seguíamos teniendo. Prendimos el bus sin problemas y nos dirigimos al taller más cercano.
Caímos en el taller de Jessy, un mexicano muy simpático que despues de una rápida revisión nos dijo que necesitábamos comprar un repuesto, y que eso nos saldría 100 dólares + la mano de obra. Nos pidió que volviéramos mas tarde para así el poder conseguir el repuesto.
Volvimos a la hora acordada y mientras Jessy se ponía manos a la obra con el arreglo, Marcos le charlaba. Hablaban de nuestro viaje y de las ganas que Jessy tenía hace tiempo de emprender un viaje así con su novia en un bus parecido. Cuando terminó de arreglar todo, ¡nos dijo que tanto el repuesto como la mano de obra corrían por su cuenta! Insistimos en pagarle, pero no quiso saber nada. Nos dijo que quería ayudarnos en nuestro viaje, asique nos despedimos muy agradecidos.
Sera que todos los mecánicos de Estados Unidos tienen la mejor de las ondas?? ¿O será que somos unos afortunados y siempre nos encontramos con los mejores?