
¿Que si teníamos miedos?¡MILES!
Uno de mis miedos más grandes era la inseguridad. En más de una ocasión a medida que se acercaba el viaje llegué a desvelarme en medio de la noche imaginándonos a nosotros durmiendo en el medio de la nada, en alguna playa o descampado y despertando con gente queriendo entrar al bus, robarnos o hacernos daño. Era un tema que constantemente rondaba mi cabeza. Justamente al viajar en bus la idea era no gastar dinero en hostels ni campings sino tratar de dormir siempre gratis. Pero ese miedo recurrente me perturbaba.
Otro miedo muy grande tenía que ver con los problemas mecánicos que podrían llegar a surgir. Ni Marcos ni yo somos muy duchos en el asunto, de hecho, sabemos poco y nada, lo básico que sabe cualquier persona: controlar el aceite, cargarles aire a las ruedas, cambiar una goma pinchada, pero no más que eso. Imaginarnos a un costado de la ruta, por ejemplo, era otra idea que me sacaba el sueño. ¿Qué pasaría si se nos rompía el bus en el medio de la nada y nos teníamos que separar por ejemplo? Yo quedarme sola cuidando el bus y Marcos hacer dedo para encontrar algún taller mecánico que pudiera ayudarnos. ¿Me animaría a quedarme sola en el bus? ¿O a dejar el bus solo?
El tercer miedo o interrogatorio fuerte tenía que ver con lo económico. ¿De qué modo financiaríamos el viaje? Teníamos ahorros como para empezar, comprar el bus, armarlo y vivir los primeros meses, pero ya después tendríamos que ponernos creativos y encontrar una forma de generar ingresos, ¡sobre todo si queríamos viajar por un año o dos como era la idea! Sabíamos que muchos viajeros van haciendo artesanías y vendiendolas en el camino, pero ninguno de los dos se caracteriza por las habilidades manuales. También existía la opción de frenar por temporadas en distintos lugares y conseguir trabajo de mozos, o en algún bar, o de recepcionistas en algún hostel. Sabíamos que las opciones eran infinitas, pero siempre está la pregunta ¿vamos a lograr financiarnos de ese modo?
Por último, mi miedo más grande: Perder algún ser querido estando de viaje. Como ya conté antes soy bastante apegada a mi familia y amigos. Tengo la suerte de tener aún dos abuelos con vida, ambos ya bastante viejitos, y de mantener con ellos una increíble relación, y me caían lágrimas de solo pensar en que a alguno de ellos podría no estar más aquí a mi regreso del viaje. Ya me había sucedido cuando en el 2015 nos fuimos por más de un año a Australia y Asia, que me había despedido de ellos sin saber si aquel sería el último abrazo que les daría. Suena medio trágico, y si uno lo piensa bien nunca sabes si va a ser la última vez que abraces a nadie, pero bueno, con los abuelos se incrementan las posibilidades y ese era de mis miedos más grandes.
Por suerte decidimos no darles mucha importancia a estos miedos. Pienso que está bueno tenerlos y ser conscientes de lo que puede pasar. ¡Pero nunca dejaría que tomen el control y me paralicen! ¡A los miedos hay que plantarles cara, enfrentarlos y superarlos! Y eso hicimos, y eso hacemos. Porque aun hoy hay miedos que nos acompañan y viajan con nosotros. ¡Pero hay que mantenerlos a raya y saber que no son ellos los que mandan!
¡Aquí les dejo un texto que leí hace un tiempo y me encantó!:
“Querido Miedo:
Creatividad y yo estamos por empezar un viaje juntos. Tengo entendido que vendrás con nosotros, porque siempre lo haces. Reconozco que tú crees que tienes un trabajo importante en mi vida, y que te tomas tu trabajo muy seriamente. Aparentemente tu trabajo es inducir un pánico absoluto cada vez que estoy a punto de hacer algo interesante, y déjame decirte que eres buenísimo en tu trabajo. Asique por supuesto síguelo haciendo si crees que debes. Pero yo también voy a hacer mi trabajo en este viaje, que consiste en trabajar duro y mantenerme enfocado. Y creatividad hará su trabajo que consiste en seguir animándome e inspirándome. Hay mucho espacio en el coche para todos, así que ponte cómodo, pero entiende una cosa: Creatividad y yo somos los únicos que tomarán decisiones en el camino. Reconozco y respeto el hecho de que tú seas parte de esta familia, por lo que jamás te excluiré de nuestras actividades, pero, aún así, tus sugerencias nunca serán acordadas. Tienes derecho a un asiento, tienes derecho a una voz, pero no tienes derecho a tener voto. No tienes derecho a tocar los mapas, no tienes derecho a sugerir desviaciones, no tienes derecho a cambiar la temperatura. Mira, ni siquiera tienes derecho a tocar el radio. Pero más que nada, mi querido y viejo amigo, ¡TIENES ABSOLUTAMENTE PROHIBIDO MANEJAR!”
Elizabeth Gilbert