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5 -BUSCANDO BUSES EN ARGENTINA:


Desde el momento en el que volvimos de nuestro gran primer viaje de 14 meses por Australia y Asia, y pisamos Argentina teníamos muy claro nuestro objetivo: “venimos, recargamos energía, nos llenamos de todo el amor de nuestras familias y amigos, ahorramos, nos compramos el bus y nos vamos”.

Buscábamos buses todos los días. En los recreos del trabajo (a los tres días de llegar a Argentina conseguí una suplencia en mi antiguo colegio) me la pasaba entrando a mercado libre y a Ebay a ver si había una nueva publicación, un nuevo bus esperando ser descubierto para salir a recorrer el mundo. Hasta fuimos a ver algunos en persona, pero todos se caían a pedazos, salían un ojo de la cara y aparte había que poner el otro para arreglarlos, pintarlos, y ponerlos en condiciones para lo que nos esperaba.

En una ocasión fuimos a ver uno que me enamoró: era un Bedford del 60, una batata increíble toda oxidada, con una trompa enorme y un tamaño ideal. Recuerdo estar toda emocionada, feliz con el hallazgo, pensando en todas las refacciones que le haríamos y cómo lo decoraríamos. Lo veía a Marcos haciéndole muchas preguntas al dueño, lo que me dio la pauta de que el también estaba interesado. Salimos de ahí y un metro más adelante le digo “¡Lo Ame! ¿Lo compramos?" a lo que Marcos me respondió "Ni en pedo, es una batata, está hecha torta, nos vamos a comprar un problema". Ahí termino mi historia de amor con la batata.

Con el tiempo nos dimos cuenta de que no íbamos a encontrar el bus indicado en Argentina, así que cambiamos los planes. Volaríamos a Estados Unidos, lo compraríamos y lo convertiríamos de cero, para después bajar hasta Argentina. Partiríamos en Diciembre de ese mismo año (2016).

El segundo cambio de planes llegó el 26 de agosto de la mano de la propuesta de casamiento. No podíamos organizar un casamiento en 3 meses así que pasamos la partida para febrero. Esos 6 meses entre la propuesta y el casamiento no tuvimos tiempo ni de pensar en el viaje, así que tres días después de nuestro casamiento, el 21 de febrero, nos estábamos subiendo a un avión medio en bolas, sin ningún plan más que el de encontrar el bus indicado y salir en nuestro sueño sobre ruedas que era ahora una luna de miel sobre ruedas.



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